Muy buenas tardes, amig@s:
Quiero presentaros este nuevo trabajo, llevado a cabo en fechas muy recientes. Se trata de "Alegoría de la Eucaristía", una obra realizada en madera de tilo siguiendo la técnica de la talla directa, dorada con oro fino, oro blanco y bronce, y policromada con pigmentos naturales y cera. También tiene apliques de cristal en las gotas de sangre y agua del pelícano y algunas gotas de aceite derramándose de la aceitera. Sus medidas son de 55 x 95 cm.
En ella, he querido reflejar qué es la Eucaristía, que no es otra cosa que la entrega voluntaria que el Señor hace para nosotros de Su Cuerpo y Sangre, hilándola con elementos referidos a Cristo, y a la parroquia, cofradía y barrio donde se haya expuesta. Con esta obra, se corona la restauración de otro trabajo que os presentaré próximamente, ya que no se presentó en su momento; pero estando ya, al fin, completo, creo que ha llegado la hora de mostraros en próximas entregas.
Iré desglosando la descripción a medida que avancemos la entrada, ya que es algo extensa. Las fotografías son tanto mías (las del proceso de realización) como de mis buenos amigos Jorge Gámez y Sergio, de Imagen Jaén, a quienes agradezco siempre su colaboración desinteresada.
Comencemos, pues.
Aquí la observamos en la vista general y ya una vez colocada en la mesa de altar, ocupando el nicho del arco central. En ella vemos una composición equilibrada y simétrica, donde se muestra, sobre una copa, un pelícano con las alas extendidas alimentando a sus crías con la sangre y el agua que fluye de su pecho abierto. Esta leyenda fue adoptada por el Cristianismo al compararla con el sacrificio de Cristo en la Cruz, por ello, de la herida de este ave mana sangre y agua. A ambos lados, sobre las alas, las letras griegas Alfa y Omega (Apocalipsis, 21:6), en alusión a que Cristo es el Principio y el Final de todo. El cielo que sirve de fondo a toda la obra, nos indica que Cristo es Rey celestial, y que está por encima de todas las cosas; por ello, el cielo se muestra con claros y oscuros, como nubes.
Las crías del pelícano responden al número de tres, en alusión a que el Pueblo de Dios es santo, como lo es la Santísima Trinidad. El de la derecha reclina su cabeza contra el ser que más seguridad le da (Dios es Amor y Refugio), el del centro se cobija justo debajo de la herida y de la boca que la abre (Dios es Vida y Alimento), y finalmente, el de la izquierda se muestra más apartado del resto, y se acerca tímidamente a beber de la fuente de Vida (Dios es la Salvación), correspondiendo así a la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32).
A la derecha de la composición, encontramos sobre una ménsula dorada y policromada, una aceitera y un trozo de pan, elementos claramente eucarísticos. El aceite de oliva, contenido en una vieja y grasa aceitera, era el símbolo de los antiguos reyes de Israel, con el cual se ungía a los elegidos para desempeñar ese cargo; por ende, Cristo es el Rey elegido por Dios Padre. Del recipiente, manan tres gotas de aceite, realizadas en cristal fundido, clara alegoría a la Santísima Trinidad.
Aparte, ya como pequeño guiño, una comida muy usual y tradicional en mi tierra, Jaén, es el "panaceite" (pan con aceite de oliva).
La parte central está ocupada por nido con las aves, como dijimos con anterioridad. Este nido se asienta sobre una copa, el cáliz eucarístico; ello nos indica que es en la Eucaristía donde se encuentra la Presencia real del Señor, y por ende, todos los beneficios que ellos nos trae. En el pie de la copa, una medalla de cordón rojo e insignia plateada, la cual es el escudo de la cofradía de la Clemencia, ya que es en su sede canónica, la parroquia de Santa María Magdalena (Jaén), donde radica nuestra obra, encontrándose sobre el altar tres de las imágenes titulares de esta popular Hermandad: el Señor de la Caída, María Santísima del Mayor Dolor y San Juan Evangelista.
Finalmente, en la parte izquierda de la composición, una vid suspendida del sarmiento descansa sobre otra ménsula, lo que nos lleva a la representación, por una parte, del vino eucarístico- sangre de Cristo, y por la otra, la parábola de la vid y los sarmientos (Juan15, 1-8).
Espero, como siempre, que este nuevo trabajo sea de vuestro agrado. Me despido de vosotros con una galería del proceso de todo el trabajo llevado a cabo. Muchas gracias de nuevo por venir a visitarme. Un abrazo muy grande, que Dios os Bendiga y María Santísima os proteja e ilumine a tod@s.